De polvo somos y en polvo nos convertiremos, la tierra es el elemento de la estabilidad, ella hace que nos mantengamos en equilibrio, nos da seguridad, protección, estabilidad.
La madre tierra o Pachamama como le llamaban nuestros abuelos, nos acoge nos protege, nos alimenta, nos llena de satisfacción, son sus colores, sus perfumes, sus paisajes, es un espíritu de servicio, al que tenemos que agradecer por todas sus bondades.
Es un oasis en medio de la confusión, la rapidez y las exigencias de la vida actual; un lugar al cual poder acudir cada vez que necesitemos un poco de seguridad, alimento y estabilidad. La ofrenda a la Pachamama o como comúnmente se dice “pago a la tierra” es una ceremonia andina en la que tenemos la oportunidad justamente de agradecerle, de retribuirle, es la hora de la reciprocidad, el hombre andino practicaba esta ceremonia desde tiempo ancestrales, se le retribuía a la tierra con los mejores productos que ella misma nos daba, con los mejores animales que ella misma alimentaba, se le ofrecía esto, por que se le consideraba como un ser vivo que al igual que el hombre también necesitaba alimentarse, también necesitaba agua, y sobretodo necesitaba mucho cuidado, mucho amor, manifestado en el respeto y cuidado con el que el hombre andino habitó en esta parte del planeta.
El 1º de Agosto de cada año es el Día de la Pachamama y durante todo el mes de Agosto se realizan estas ceremonias, en todas partes de los Andes.
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